viernes, 17 de abril de 2009

LA INVASIÓN SILENCIADA: INVASIÓN SOVIÉTICA DE POLONIA (1939)



El 1 de septiembre de 1945, las tropas alemanas penetraban en Polonia a través de sus fronteras occidentales. Daba comienzo la conocida como Operación Fall Weiß (Invasión de Polonia).

Previamente, el 23 de agosto, se había llegado a un acuerdo entre la Alemania Nazi, representada por su ministro de asuntos exteriores, Von Ribbentrop y Viacheslav Mólotov, su homólogo de la URSS. Este pacto supuso la partición del territorio polaco en dos sectores, dos áreas de influencia, una alemana y otra soviética.

La URSS había visto con gran preocupación como Alemania, bajo el nuevo régimen instaurado en 1933, había iniciado un expansionismo industrial y geográfico que se había tragado Austria y Checoslovaquia y había remilitarizado el Sarre, todo ello sin la oposición de las potencias que aparentemente debían garantizar la paz en Europa. Francia y el Reino Unido optaron entonces por llevar a cabo una política de apaciguamiento con el III Reich.

No es de extrañar que Stalin viera con temor todo lo que estaba sucediendo en el corazón de Europa. Ya desde principios de 1939 la URSS había intentado llegar a acuerdos de cooperación militar con Polonia y Rumanía. Veía lo que se le venía encima y trataba de atajar el problema antes de que le estallara en las narices. Pero polacos y rumanos se negaron a pactar. Se negaron a permitir que tropas soviéticas transitaran por sus territorios libremente para hacer frente a la amenaza. Consideraban, no sin razón, que permitir la entrada de tropas soviéticas en sus territorios podría ser un peligro al menos igual al que suponía la amenaza nazi. Sobre todo los polacos conocían de primera mano lo que suponía estar bajo el yugo ruso y lo que suponía el permitir la entrada de tropas soviéticas (tras la Guerra Polaco-Soviética en 1920).

Por ello, Stalin decidió cambiar de estrategia. Como ya hemos comentado anteriormente, el 23 de agosto de 1939, ante todos estos sucesos, la URSS firma un pacto de no agresión con los nazis. Tras el inicio de la invasión alemana el 1 de septiembre se produjo la rápida derrota del ejército polaco. Los soviéticos decidieron actuar. El motivo: los ciudadanos bielorrusos y ucranianos que vivían en Polonia no tenían garantizada su seguridad tras la caída del gobierno polaco.

El Reino Unido y Francia, que ya se habían negado a ayudar a la II República Española en la Guerra Civil, habían condenado la invasión alemana y habían declarado la guerra a los nazis, pero no dijeron absolutamente nada ante la entrada de tropas soviéticas en “su sector” de Polonia. Buscaban desesperadamente una alianza con la URSS que les permitiera hacer frente al avance alemán en el frente occidental. A pesar de los tratados de apoyo militar y económico firmados por las potencias occidentales con Polonia, estas decidieron dejarla sola ante los dos gigantes.

Cierto es que tanto Francia como el Reino Unido, habiendo dado un plazo de dos días a los alemanes para retirarse de Polonia, declararon la guerra al III Reich (junto con Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica y Canadá). Sin embargo, la movilización francesa se hizo con extrema lentitud, lanzando una “ofensiva de demostración” contra el Sarre, que pronto abandonaron, y los británicos no pudieron hacer llegar a cabo ningún tipo de apoyo a Polonia. El 8 de septiembre los alemanes llegaban a Varsovia y la ciudad caía menos de un mes después, el 6 de noviembre, en sus manos de forma definitiva. Aún así, Polonia nunca se rindió a los alemanes y aportó un significativo número de hombres a la lucha.

A partir de este momento y hasta el 10 de mayo de 1940, comienza lo que el periodista francés Ronald Dorgelès bautizó como guerra de broma(Drôle de Guerre en francés o Sitzkrieg en alemán). Durante el casi un año transcurrido desde la declaración de guerra por parte de las potencias occidentales y la ofensiva alemana que conquistaría Francia y expulsaría de suelo europeo a la BEF (Fuerza Expedicionaria Británica), franceses y británicos se limitaron a ver como los alemanes se reorganizaban al otro lado de la Línea Maginot y casi no existieron combates. Vieron como la URSS atacaba y derrotaba (con grandes dificultades) a Finlandia y como los alemanes ocupaban Dinamarca y Noruega el 9 de abril de 1940.

Durante la guerra se filmaron numerosas películas en las que se afirmaban que Polonia no estaba sola pues las potencias occidentales la apoyaban contra la invasión alemana. En primer lugar, parece que no es cierta esa afirmación y en segundo lugar jamás se habla en ellas de la invasión rusa.

1 comentario:

Último Íbero dijo...

Es que recuerda que los rusos "eran de los buenos". Ya se encargó la propaganda del Komintern de silenciar los desmanes comunistas.