jueves, 21 de mayo de 2009

EL NACIMIENTO DE DOS NACIONES: LOS ORÍGENES DE FRANCIA Y ALEMANIA Y SUS RIVALIDADES




División realizada tras el tratado de Meerssen


Desde muy antiguo los pueblos germanos habían presionado las fronteras del Imperio Romano, pero no fue hasta el siglo V en que las invasiones llegaron a su punto culminante. Los hunos, venidos desde las estepas del centro de Asia empujaron a los pueblos que encontraban a su paso. Mucho más poderosos que ellos, los obligaban a huir. Pero ¿hacia dónde? La única solución era el Imperio. Suevos, Vándalos, Alanos, Godos, Borgoñones, Sajones, anglos, francos, jutos, frisones … Todos ellos comenzaron a cruzar el limes romano y a asentarse dentro del Imperio Romano.
Finalmente, y viendo el Imperio Occidental que nada podría hacer por la fuerza, decidió asimilarlos, como tantas y tantas veces había hecho con los pueblos derrotados durante tantos siglos. Se les admitió como federados y contribuyeron en gran medida a la derrota de la gran amenaza que se cernía sobre occidente, Atila y los hunos, en la batalla de los Campos cataláunicos.
Los pueblos más importantes finalmente se asentaron en las zonas más importantes y ricas. Los Visigodos pasaron a Hispania, tras un breve periodo en el que fueron los dueños y señores de gran parte de la Galia. Los francos, tras derrotar a los visigodos se hicieron con el control de la Galia. En el norte de Italia, mientras tanto, eran los lombardos los que finalmente se hacían con el control, situando la capital de su reino en Pavía.
Fueron los francos los que demostraron un mayor poder militar y comenzaron su expansión. En el siglo VIII lograron detener el avance musulmán que venía desde Hispania en la Batalla de Poitiers (732). Poco tiempo después, en el año 800, su rey Carlomagno recibía la dignidad imperial de manos del papa León III, el día de Navidad. Aquí tendría su origen más remoto lo que más tarde se conocerá como la “Querella de las investiduras” que tendría lugar entre los siglos XI y XII.
Pero el problema que nos afecta en este caso nace algo más adelante. Carlomagno deja en herencia su gran imperio a su único hijo, Ludovico Pío. Según la tradición de los francos, la herencia debe ser repartida entre todos los sucesores. Por lo tanto, para Carlomagno no hubo ningún problema, pues tan sólo le había sobrevivido uno de sus hijos. El problema fue que Ludovico Pío tenía tres, y todos ellos eran ambiciosos. Antes incluso de la muerte de su padre ya habían comenzado las hostilidades, no sólo entre ellos sino también contra su padre el emperador con la intención de hacerse con la parte más grande posible del pastel imperial. Ludovico había dejado escrito desde hacía mucho tiempo que el hijo mayor debería ser reconocido como emperador, mientras que sus otros hijos serían reconocidos como reyes, pero que estarían bajo el estricto control del emperador.
Fue en 840 cuando murió Ludovico Pío, pero las cosas no se solucionaron hasta tres años después. Los tres hermanos llegaron a un acuerdo, se firmó el Tratado de Verdún que dividía en tres el antiguo imperio carolingio. Carlos el Calvo, el hijo menor, recibía lo que hoy se conoce como Francia, la Francia Occidental (desde los Pirineos hasta los ríos Somme, Mosa y Rin); Luis el Germánico recibía la Francia Oriental (Sajonia y Baviera); el hijo mayor, Lotario I, recibía la dignidad imperial junto con un conjunto heterogéneo de dominios, encajonados entre los dos anteriores reinos, que era conocido como Reino Medio y que incluían las tierras al este y al oeste del río Rin, Borgoña, Provenza y los territorios que tanto Carlomagno como Ludovico Pío habían regido en Italia, incluían además los centros de poder francos (Roma, ciudad tradicional de coronación de los emperadores, Pavía, capital del reino lomabardo y Aix, ciudad fundada por Carlomagno escogida para convertirse en la nueva Roma del norte).
Tras este acuerdo la situación pareció estabilizarse, pero cuando el emperador Lotario I murió, sus territorios volvieron a ser objeto de una nueva partición entre sus tres hijos. Tras el Tratado de Prüm, Italia y la dignidad de emperador quedaba para su hijo mayor, Luis; Provenza y Borgoña quedaron para Carlos y las tierras del norte para Lotario II (después de este fueron conocidas como Lotaringia). A la muerte de Carlos de Provenza, el emperador Luis logró hacerse con el control de sus estados. Pero no ocurrió lo mismo con la Lotaringia a la muerte de su hermano Lotario II, pues se hallaba distraído con las luchas contra los sarracenos. La Lotaringia fue dividida entre sus tíos Carlos el Calvo y Luis el Germánico mediante el tratado de Meerssen, que se firmó hacia el año 870. Lotaringia desaparecía como tal y las fronteras de la Francia Occidental y la Francia Oriental (actual Alemania) se movían las unas hacia las otras hasta entrar en contacto directo. Este es pues el origen de Francia y Alemania.